lunes, 7 de marzo de 2011

UNA VIDA, UNA HISTORIA, UN AMOR (PARTE1)



Azoté la puerta con fuerza. Estaba furiosa, una pelea más con Ryan había sido suficiente para que yo tomara mi decisión. Busque mi maleta y comencé a empacar. Me detuve frente al espejo y noté que mi labio comenzaba a hincharse, limpié la pequeña mancha de sangre que comenzaba a secarse alrededor de este y traté disimularlo con un poco de maquillaje.
        Encontré la foto de mi madre. Como me parecía a ella. Compartíamos el mismo tono de ojos verdes y nuestro cabello caía de la misma forma, ambos ondulados; el suyo, color oro, mientras que el mío carbón. El color blanco de piel era el mismo, y nuestro rostro tenía las mismas facciones.
       Como extrañaba a mi madre. Había muerto hacía ya dos años, dejándonos a mí y a Connor, mi hermano mayor, con Ryan, su segundo esposo. Nos costó trabajo aceptar a Ryan en nuestra vida, pero parecía una buena persona, honesto y hasta parecía tener cierto afecto hacia nosotros. Gran error confiar en las apariencias. Cuando murió mamá, las cosas cambiaron. Ryan comenzó a maltratarnos, se portaba muy grosero y siempre amenazaba con corrernos de su casa. Connor se fue a la universidad pocos meses después de que mamá falleciera, solo pasaba en casa los días festivos y vacaciones. Yo por el contrario, tenía solo 17 años, estaba atorada en esa casa por lo menos por un par de años más, atrapada con la riña diaria entre Ryan y yo. Pero esa noche, fue la última pelea que tuvimos.
      Connor acababa de cumplir 20 años, por lo que estaba en casa. Esa noche, después de cenar, Ryan se había puesto a ver el partido, Connor había quedado con sus amigos de salir a festejar, mientras que yo leía en mi habitación. Parecía que sería una noche tranquila, hasta que escuché algo romperse y Ryan empezó a gritar mi nombre.  A regañadientes dejé mi libro y baje a la cocina para ver que quería.

     - ¿Acaso eres estúpida Julianne? ¿Me equivoco? ¿Qué hice yo para merecer esta tortura? ¿Acaso hay algo mal contigo?
Mire a mi alrededor y vi que se traba de la vajilla china de mi madre. Ryan la había tirado al tratar de sacar la botella de whiskey del gabinete de arriba. Suspiré y me arrodillé para levantar los trozos de plato que no se habían convertido en polvo de cerámica. Me puse de pie con los dos platos que quedaban intactos, sin verle la cara. De un manotazo, Ryan tiró los platos intactos al piso, los cuales se rompieron.
    - Levanta todo este desastre y vas a tener que pagar los platos nuevos.
No me moví ni un ápice, lo que lo enfureció.
   - ¿Eres tonta? Te dije que limpiaras. ¿No entendiste? ¡Ahora!
Levanté la mirada y la clave en sus ojos oscuros.
   - No.
Dije sin levantar el tono de voz, firme. No le gustó, se volvió y me dio una bofetada que me tumbó al piso, lo que me dejó en una posición bastante vulnerable.
    - ¡Limpia esto ahora!
Ordenó prepotente. Volví a mirarle directamente a los ojos mientras me ponía de pie y negué con la cabeza.
   - No.
Dije de nuevo, mi voz salió ahogada, solo fue un débil murmullo. En menos de un segundo volví al piso.
   - Ahora Julianne... ¡Limpia!
Me sobresalté. Estaba verdaderamente molesto. Sentí un calor que surgía de mi interior me invadió y repentinamente estaba llena de ira. Una ira que tenía reprimida desde hacía dos años. Me levante con la frente en alto, desafiándole.
   -No.
Repetí una vez más y entonces explotó. Me tomó del cabello y me abofeteó en repetidas ocasiones. Estaba indefensa. No podía hacer nada, me golpeo con toda la furia que tenía. Tenía la cara entumecida ya y caí al piso con una bofetada más. Mi cabeza golpeó con fuerza el piso y entonces, todo se volvió negro. Lo último que recuerdo fue un dolor agudo y a Ryan saliendo de la cocina maldiciendo. No estoy segura cuanto tiempo estuve inconsciente, cuando desperté tenía un dolor horrible de cabeza, todo me daba vueltas, y mi labio me dolía. Escuché que Connor llegaba con sus amigos, así que, con el poco equilibrio que tenía, corrí hacia mi habitación. Fue entonces cuando comencé a empacar.
    Cuando al fin terminé me paré de nuevo frente al espejo, mi labio estaba hinchado y el maquillaje no había logrado mucho. Tendría que evitar a Connor, sabía que me interrogaría y lo más probable es que no me dejara marchar sin dar pelea. Estaba por salir de mi habitación cuando pensé que sería más fácil evitar a todos en la mañana. Ryan se iría temprano a la tienda y Connor seguramente dormiría hasta tarde. Así que cerré la puerta y dejé la maleta junto a mi cama.
Me miré de nuevo en el espejo. Mi playera tenía manchas de sangre, mi cabello estaba enmarañado y una pequeña mancha morada empezaba a aparecer bajo mi ojo. Pensé en mi madre de nuevo. Si pudiera verme en este momento. Suspiré. Decidí que debía tomar un baño, tratar de tranquilizarme y planear el siguiente movimiento.
Traté en vano de dormir un poco, mi mente no dejaba de dar vueltas, el dolor de cabeza era casi insoportable. Recuerdos de mamá bombardeaban mi memoria y el miedo de no saber que me esperaba al día siguiente  me mantenían despierta. Lloré por todo lo que me estaba pasando, hasta que me dormí. El ruido del auto de Ryan me despertó.
-          Es tiempo.

jueves, 24 de febrero de 2011

MIEDO

Miedo, ¿qué es esa palabra? Una palabra tan simple que puede significar tanto. Sentir miedo ante una situación, miedo ante lo desconocido, o simplemente miedo a las alturas es algo normal. Pero el miedo que siento hacia ti es completamente inadecuado, inútil, innecesario. Que estúpida me siento y sin embargo estoy aterrorizada. ¿Por qué siento esto? Oh! que daría por eliminarlo, por desaparecerlo. Si tan solo supiera, pero lo sé. Se a que temo tanto, a que se debe su origen. Si fuese capaz de eliminarlo otra sería la historia y esta carta no estaría siendo escrita.
Estoy en casa, en el silencio antes de la tormenta, esperando. Se lo que dirás, se cómo terminará y sé que al hacerlo, me sentiré destrozada, pero comprendo que no hay nada que pueda hacer por cambiar el curso. Desde ahora, lamento lo que pasará, lo que dirás, lo que sentirás, por lo que te haré pasar una vez más.
Solo te pido, no olvides, siempre estoy tratando de hacerte orgulloso. Una vez más me refugio en las palabras. Recuerda, te quiero.

lunes, 20 de diciembre de 2010

MEMORIAS

Bien, me tienen encerrado en un manicomio. Creen que estoy loco. Pero no lo estoy, solo veo las cosas de manera diferente a ellos. Creen que mi forma de pensar es errada. !Que rara concepción de lo que es correcto & lo que es equivocado¡ Quieren controlarme, piensan que lo hacen, creen que al quitarme todo lo material, mi libertad, mejorará mi condición. !Que ingenuos! No se puede arreglar algo que funciona. Podrán quitarme todo, pueden tenerme encerrado, pero en realidad no pierdo nada. No tenía nada que perder. Y esos imbéciles no pueden quitarme lo que más adoro. No pueden hurtar mis memorias. !Oh¡ dulces recuerdos que nadie me puede quitar, que me mantienen con vida.
      Desde muy pequeño he tenido una afición fuera de lo común con las armas blancas. Cuchillos & espadas por igual. Nunca fui como los demás niños de mi edad. Era muy retraído, no tenía muchos amigos, los demás me evadían. Entiendo ahora porque. Mi madre siempre lo atribuía a lo único & especial  que yo era, ella no tenía idea de la verdad de sus palabras. Fue tal mi afición por las armas blancas, que  rogaba a mi padre que me permitiera tener mi propia colección. Mamá no estaba muy feliz con la idea, pero papá pensó que sería un hobby interesante para mí, así que al cumplir ocho años, me regalaron una pequeña daga. Una antigüedad que llevaba mucho tiempo en la familia. Aquella daga se volvió mi pieza más atesorada, la pieza que inició mi gran colección. Pasaba horas observándola, admiraba las diferentes hojas, empuñaduras, diseños.
    Conforme pasaban los años, mi colección fue aumentando & fui desarrollando una habilidad extraordinaria en su manejo. Sabía blandirlas con porte & elegancia, sin embargo feroz al entrar en combate. En la academia de esgrima, me consideraban el mejor alumno e incluso me habían ofrecido impartir clases a los más pequeños. Mi vida marchaba bien.
     Al cumplir diecinueve años, mis padres me regalaron mi última pieza de mi colección. Un hermoso sable francés, una réplica exacta de un sable usado en la revolución francesa. Esa tarde salí a festejar con los pocos, pero buenos amigos que tenía. Había algo extraño cuando llegue a casa. Estaba muy oscuro, como si no hubiese nadie en casa. Al acercarme a la puerta, noté que la cerradura había sido forzada. Con todo el silencio posible, me metí a hurtadillas. Escuché ruidos & vi sombras que provenían de la sala, así que me escabullí hasta la biblioteca, donde guardaba mi colección. Tomé mi primera daga & la empuñé
    Me dirigí sigilosamente hacia la sala & desde el pie de las escaleras pude ver que tenían a mi madre amordazada & atada a una silla. Tenía sangre en la ceja & una lágrima se deslizaba por su mejilla. Estaba aterrorizada. No veía a papá por ningún lado, cuando escuché al intruso reír al patear algo & noté a mi madre aún más alterada. Entonces vi que  el objeto que pateaba no era una cosa, si no el cuerpo inerte de mi padre. Mamá logró deshacerse del pañuelo que tenía en la boca y lanzó un grito desesperado de auxilio.
     Recuerdo tan bien el gesto de horror plasmado en el rostro de mi madre & su voz tenía un sonido desgarrador & atemorizado. El bastardo parecía estar disfrutando al máximo la situación. Pero cuando mi madre no guardó silencio como él le indico, el ladrón se volvió con la intención de darle una bofetada. No pude mantenerme oculto más tiempo. Lancé la daga & se le clavó en la mano que tenía levantada. Salí a la luz con mucha ira dentro de mí. El asaltante se volvió con la intención de dispararme tal & como había hecho con mi padre, pero yo fui más rápido. Recuperé la daga que acababa de lanzar & de una patada tiré la pistola de mi atacante. Pronto dejé de verlo como defensa personal, para mí se convirtió en un juego. Asechaba a mi presa con cuidado. Poco a poco fui creando miles de opciones para matarle en mi mente.
     Mi ira se transformo en placer. El asaltante estaba asustado. Comencé a reír. El sujeto se asustó aun más. Me acerque más a mi presa & esta tropezó & cayó al piso. Podía inhalar el miedo de la atmosfera. Yo seguía riendo y me parece que dije algo como:
- Ahora no es tan divertido para ti, pero yo, me la estoy pasando de maravilla. Veamos, ¿cómo puedo matarte?
El muchacho temblaba de miedo. No era mucho más grande que yo. Mi madre gritaba que dejara al chico, que no valía la pena que fuera asesino como él. ¿Qué sabe ella? Claro que lo valía. Mientras dialogaba en mi interior acerca de la mejor manera de matarlo, imaginando cada escenario & disfrutando simplemente de la idea, el joven se había puesto de pie & se disponía a atacarme por la espalda. Me volví & le di una bofetada que le obligó a volver al piso inmediatamente. Reí de nuevo.
- ¿Tu madre nunca te dijo que no debes atacar a alguien por la espalda? Que falta de modales.
Le sonreí al muchacho y me abalancé sobre él. Tomé la daga y me detuve por un instante a disfrutar el terror en sus ojos, el miedo de mi madre en su voz. Su mirada me imploraba clemencia. ¿Clemencia? ¿Por qué tendría que ser misericordioso con aquél hombre a quien no conocía, por qué ceder mi máxima diversión? Con delicadeza deslicé la hoja de la daga en sus mejillas, las que comenzaron a sangrar al instante. El muchacho tenía un gesto de dolor tan hermoso en el rostro que me motivo a continuar. Fui narrándole al muchacho todo lo que le haría, lo que hacía que el terror fuese cada vez más profundo. Mi madre aun estaba amarrada a la silla & presenciaba toda la masacre. Disfruté tanto cortar, apuñalar & desgarrar su cuerpo, los gritos de dolor hacían que me estremeciera. Cuando vi la luz de vida abandonar sus ojos cafés fue la mejor sensación, un éxtasis total me invadió. Jamás olvidaré a mi primera víctima, la primera de muchas que siguieron después. Esa noche cambió mi vida. Descubrí mi verdadera vocación. Matar es una sensación extravagante, no es para cualquiera. Sin embargo, si tienes las agallas, ¿por qué no?

martes, 30 de noviembre de 2010

JUST A LITTLE SOMETHING TO SAY....

I gave you my heart. I know it wasn't much to give, but it meant a lot to me. I was totally into you. I cared for you, I liked you. You were my reason to wake up every hard day. And oh, did I had bad days. I believed in you when nobody else did. I was your support when I needed to be supported. You just took it, use it and destroy it. You tried to broke me, even if it wasn't your intention. And know you expect me to come back to your arms and give you everything I have left....
Gee. are you stupid...???

SOÑÉ

Anoche te soñé. Soñé con tus brazos una vez más rodeando mi cintura. Soñé tus dulces ojos reflejados en los míos. Soñé el calor de tu cuerpo junto al mío. El aroma de tu embriagadora presencia que altera la mía, tu sonrisa hipnotizarte. Soñé los tiempos felices que tuve a tu lado, el dulce sabor de tus labios contra los míos. Sentí tu aliento rozando mi cuello, nos soñé juntos de nuevo. 
Desperté & de nuevo estaba sola en mi habitación. Tal & como debía ser, mareada por el recuerdo de tu ausencia.