lunes, 3 de octubre de 2011

IDEAS

Tanto ruido, no puedo pensar. Tantas cosas que hay que hacer, tantas cosas que hay que acabar y muchas otras que hay que empezar. Sentada desde la pequeña mesa de un café, miro a mí alrededor, veo muchos rostros apurados, personas que tienen que llegar a algún lado. La gente corre de techo en techo, resguardándose de la lluvia. Uno que otro maldice el clima antes de salir. Pago mi café y salgo a la calle, siento el impacto del aire frio contra mi rostro, cierro los ojos y disfruto del momento. Inhalo el olor de la lluvia, ese olor a humedad que tanto me gusta, siento las gotas de agua caer sobre mí. Esta todo lleno de un encanto, una belleza natural que muchos dejan de lado. Detrás de mí, una señora me grita que me mueva y tras una sarta de groserías la veo alejarse. Tengo que ir a trabajar, voy tarde. Sin embargo no iré. Estoy cansada de la gente apresurada, del ruido de la ciudad, de la multitud que no me permite pensar. Extraño el sonido de mis ideas. Quiero volver a escribir, volver a contemplar la belleza de las cosas, volver a encontrar la inspiración.
          Veo mi auto estacionado, pero sigo caminando. No estoy segura de a dónde me dirijo, pero sé que tengo que escapar. Necesito reencontrar mis ideas.