Azoté la puerta con fuerza. Estaba furiosa, una pelea más
con Ryan había sido suficiente para que yo tomara mi decisión. Busque mi maleta
y comencé a empacar. Me detuve frente al espejo y noté que mi labio comenzaba a
hincharse, limpié la pequeña mancha de sangre que comenzaba a secarse alrededor
de este y traté disimularlo con un poco de maquillaje.
Encontré la
foto de mi madre. Como me parecía a ella. Compartíamos el mismo tono de ojos
verdes y nuestro cabello caía de la misma forma, ambos ondulados; el suyo,
color oro, mientras que el mío carbón. El color blanco de piel era el mismo, y
nuestro rostro tenía las mismas facciones.
Como extrañaba a mi
madre. Había muerto hacía ya dos años, dejándonos a mí y a Connor, mi hermano
mayor, con Ryan, su segundo esposo. Nos costó trabajo aceptar a Ryan en nuestra
vida, pero parecía una buena persona, honesto y hasta parecía tener cierto
afecto hacia nosotros. Gran error confiar en las apariencias. Cuando murió
mamá, las cosas cambiaron. Ryan comenzó a maltratarnos, se portaba muy grosero
y siempre amenazaba con corrernos de su casa. Connor se fue a la universidad
pocos meses después de que mamá falleciera, solo pasaba en casa los días
festivos y vacaciones. Yo por el contrario, tenía solo 17 años, estaba atorada
en esa casa por lo menos por un par de años más, atrapada con la riña diaria
entre Ryan y yo. Pero esa noche, fue la última pelea que tuvimos.
Connor acababa de cumplir 20
años, por lo que estaba en casa. Esa noche, después de cenar, Ryan se había
puesto a ver el partido, Connor había quedado con sus amigos de salir a
festejar, mientras que yo leía en mi habitación. Parecía que sería una noche tranquila,
hasta que escuché algo romperse y Ryan empezó a gritar mi nombre. A regañadientes dejé mi libro y baje a la
cocina para ver que quería.
- ¿Acaso eres estúpida Julianne?
¿Me equivoco? ¿Qué hice yo para merecer esta tortura? ¿Acaso hay algo mal
contigo?
Mire a mi alrededor y vi que se traba de la vajilla china
de mi madre. Ryan la había tirado al tratar de sacar la botella de whiskey del
gabinete de arriba. Suspiré y me arrodillé para levantar los trozos de plato
que no se habían convertido en polvo de cerámica. Me puse de pie con los dos
platos que quedaban intactos, sin verle la cara. De un manotazo, Ryan tiró los
platos intactos al piso, los cuales se rompieron.
- Levanta todo este desastre y vas a tener
que pagar los platos nuevos.
No me moví ni un ápice, lo que lo enfureció.
- ¿Eres tonta? Te dije que limpiaras. ¿No
entendiste? ¡Ahora!
Levanté la mirada y la clave en sus ojos oscuros.
- No.
Dije sin levantar el tono de voz, firme. No le gustó, se
volvió y me dio una bofetada que me tumbó al piso, lo que me dejó en una
posición bastante vulnerable.
- ¡Limpia esto ahora!
Ordenó prepotente. Volví a mirarle directamente a los
ojos mientras me ponía de pie y negué con la cabeza.
- No.
Dije de nuevo, mi voz salió ahogada, solo fue un débil
murmullo. En menos de un segundo volví al piso.
- Ahora Julianne... ¡Limpia!
Me sobresalté. Estaba verdaderamente molesto. Sentí un
calor que surgía de mi interior me invadió y repentinamente estaba llena de
ira. Una ira que tenía reprimida desde hacía dos años. Me levante con la frente
en alto, desafiándole.
-No.
Repetí una vez más y entonces explotó. Me tomó del
cabello y me abofeteó en repetidas ocasiones. Estaba indefensa. No podía hacer
nada, me golpeo con toda la furia que tenía. Tenía la cara entumecida ya y caí
al piso con una bofetada más. Mi cabeza golpeó con fuerza el piso y entonces,
todo se volvió negro. Lo último que recuerdo fue un dolor agudo y a Ryan
saliendo de la cocina maldiciendo. No estoy segura cuanto tiempo estuve inconsciente,
cuando desperté tenía un dolor horrible de cabeza, todo me daba vueltas, y mi
labio me dolía. Escuché que Connor llegaba con sus amigos, así que, con el poco
equilibrio que tenía, corrí hacia mi habitación. Fue entonces cuando comencé a
empacar.
Cuando al fin terminé me paré de nuevo
frente al espejo, mi labio estaba hinchado y el maquillaje no había logrado
mucho. Tendría que evitar a Connor, sabía que me interrogaría y lo más probable
es que no me dejara marchar sin dar pelea. Estaba por salir de mi habitación
cuando pensé que sería más fácil evitar a todos en la mañana. Ryan se iría
temprano a la tienda y Connor seguramente dormiría hasta tarde. Así que cerré
la puerta y dejé la maleta junto a mi cama.
Me miré de nuevo en el espejo.
Mi playera tenía manchas de sangre, mi cabello estaba enmarañado y una pequeña
mancha morada empezaba a aparecer bajo mi ojo. Pensé en mi madre de nuevo. Si
pudiera verme en este momento. Suspiré. Decidí que debía tomar un baño, tratar
de tranquilizarme y planear el siguiente movimiento.
Traté en vano de dormir un
poco, mi mente no dejaba de dar vueltas, el dolor de cabeza era casi
insoportable. Recuerdos de mamá bombardeaban mi memoria y el miedo de no saber
que me esperaba al día siguiente me mantenían
despierta. Lloré por todo lo que me estaba pasando, hasta que me dormí. El
ruido del auto de Ryan me despertó.
-
Es tiempo.